En Newport, Gales, un insólito caso de allanamiento sorprendió a la comunidad local. Damian Wojnilowicz, un hombre polaco de 36 años, fue declarado culpable de ingresar sin permiso a dos viviendas, pero no para robar, sino para realizar tareas domésticas. Entre sus actividades se incluyeron colgar ropa, limpiar pisos, sacar la basura y hasta rellenar los comederos de pájaros en el jardín.
Uno de los momentos más desconcertantes fue cuando Wojnilowicz dejó una nota en una de las casas con un mensaje que decía: “No te preocupes, sé feliz, come y ráscate”. Sin embargo, lejos de tranquilizar a los propietarios, esto aumentó su temor y alarma. Una de las víctimas expresó haber vivido semanas de ansiedad tras el episodio, al punto de abandonar temporalmente su hogar.
El segundo incidente no fue menos peculiar. El intruso fue captado por cámaras de seguridad entrando en otra casa, sirviéndose vino, lavando su ropa y tomando una ducha. La situación terminó cuando el yerno del dueño lo expulsó de la vivienda. Poco después, Wojnilowicz fue arrestado por la policía.
Durante el juicio, su abogado defensor explicó que el acusado se encontraba en situación de calle y que nunca tuvo intención de causar daño. Aunque el tribunal reconoció su arrepentimiento, lo consideró un riesgo para la sociedad y le dictó una sentencia de 22 meses de prisión.
Este caso deja una reflexión sobre las complejidades de la falta de vivienda y las decisiones extremas que pueden surgir en situaciones de desesperación. Un crimen inusual que, pese a sus intenciones, dejó un impacto profundo en las vidas de sus víctimas.