Este sábado 29 de junio se cumple un año de la muerte de Joaquín Sperani Flores, asesinado por su mejor amigo y compañero de clase en la ciudad de Laboulaye, luego de salir del establecimiento educativo donde cursaban el nivel secundario y dirigirse a una vivienda abandonada cercana al colegio.
En ese lugar, L. M. Z., letras que corresponden a las iniciales del adolescente que acompañó a Joaquín a dicho inmueble, lo mató aplicándole golpes contundentes, dejando después la escena del crimen.
Sin embargo, nada de lo mencionado anteriormente se sabía en las horas posteriores a que se fueran juntos de la escuela.
Y Joaquín no había vuelto a su hogar.
A partir de ahí comenzó la búsqueda, que escaló a medida que pasaba el tiempo y no era hallado a través de ningún medio.
Las manifestaciones para reclamar el paradero del menor de edad sumaron cada vez más vecinos, los cuales acompañaban el dolor y la incertidumbre de la familia, encabezada por Martín Sperani y Mariela Yesica Flores.
Incluso se organizaron rastrillajes en los que participaron civiles.
Canales de televisión, emisoras de radio, sitios web y otros servicios de noticias nacionales se hicieron eco del caso y desembarcaron en Laboulaye, como si se tratara de una playa en una zona de guerra.
Lamentablemente, el domingo 2 de julio de 2024 se encontró el cuerpo de Sperani Flores, brutalmente despojado de su vida a los 14 años.
La ulterior confesión de L. M. Z., en la que asumió la autoría del delito, tras presuntamente haber dado pistas falsas con el fin de perpetrar un encubrimiento, terminó de escribir una de las páginas más negras y trágicas de la historia de nuestra ciudad.