El obrar de Dios es misterioso y en el caso de Lola Guevea trabajó de manera milagrosa: la niña se sobrepone a muchas complicaciones de salud desde hace más de un año, tiempo durante el cual su historia conmovió a miles de personas dela ciudad de la que es oriunda y a cientos más de la zona y del mundo.
Fue por eso que sus padres decidieron agradecer. Y lo hicieron yendo hacia la Basílica de Luján, donde se encontraron con el ciclista Víctor Eduardo Jaime a pocos días de cumplirse un año de que éste trajera desde la ciudad bonaerense al Templete dedicado a San Expedito ubicado en el acceso a ruta nacional nº 7 la imagen de la Virgen junto a la foto de Lola.
Fue una de las constructoras del Santuario del Patrón de las causas justas y urgentes quien relató a Nexos a través de una nota las sensaciones que generó la reunión en Luján.
“A veces la vida -o mejor dicho, para mí, Dios- nos da oportunidades especiales para poder ayudar a los demás. Recuerdo el día en que Víctor me avisó que partía en su bicicleta desde Luján hasta mi campo a traerme la imagen de la Virgen. Le pedí que ese viaje lo hiciera también por Lolita, Víctor no la conocía ni a sus papas ni su caso, pero aceptó traer la imagen de la Virgen acompañada de una foto de ella, la cual fue entregada en la Basílica por los papas de la niña ese mismo día que partía hacia Laboulaye. Llegó aquí después de dos días y medios intensos de viaje al Templete, donde fue recibido por mucha gente con aplausos y emoción”, expresó Rosa Isabel Dellafiore.
La mujer contó además que un día después del primer del primer año de la travesía recibió una imagen “enviada desde la Basílica, donde estaban Lolita, sus papas –Carolina Dale y Lucas Guevea- y Víctor agradeciéndole a la Virgen por el milagro de Lola”.
Por último, Dellafiore dejó un mensaje para todos y especialmente para aquellos que están viviendo momentos difíciles: “Todos con muy poco podemos hacer mucho. Sepamos aprovechar las oportunidades de la vida, de devolver lo mucho que nos da. No esperemos pasar por algo difícil para entender al otro. Una oración, una palabra, un gesto de amor en estos casos valen mucho. Gracias a la vida y a Dios por haberme elegido para hacer estas cosas por el bien de muchas personas como Lola y su familia”.
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